NUEVA YORK, (AP).- "Habría que haber estado ahí para creerlo. Nunca nos rendimos. Suena cursi, pero la realidad es que nunca nos rendimos". Esa fue la frase con la que Tony La Russa, el manager de los Cardenales de San Luis, sintetizó uno de los juegos más electrizantes en la historia de Grandes Ligas.
Fue un jueves 27 de octubre, en el Busch Stadium de San Luis. En el sexto juego de la Serie Mundial, los Cardenales llegaron a estar dos veces a un strike de quedar eliminados ante los Rangers de Texas.
Al disparar un jonrón al abrir la parte baja del undécimo inning, David Freese se encargó de poner fin a un duelo en el que nadie quería rendirse. Con dos outs en el noveno, Freese había salvado a San Luis con un triple de dos carreras ante el cerrador dominicano Neftalí Féliz para empatar el juego.
Josh Hamilton conectó un jonrón para darle a Texas una ventaja de dos carreras en el décimo, pero Lance Berkman lo empató con un sencillo en la parte baja. Al día siguiente, en el primer séptimo juego en una Serie Mundial desde 2002, San Luis acabó consagrándose en un inolvidable clásico.
Una serie en la que en el tercer encuentro Albert Pujols demostró por qué es el mejor bateador de su generación con uno de los mejores despliegues ofensivos de la historia al quedar junto con Babe Ruth y Reggie Jackson como los únicos peloteros con tres jonrones en un juego de Serie Mundial.
Fue el broche de oro de un año de colapsos en septiembre, de los hitos individuales de Derek Jeter, Mariano Rivera y Jim Thome, y un Justin Verlander que demostró que un lanzador también puede ganar el premio al Jugador Más Valioso. Pero fue ante todo una temporada con desenlaces imprevisibles.
Que levante la mano el que creyó que San Luis podría salir campeón luego que en plena pretemporada se quedó sin su as Adam Wainwright por una operación en el codo. Cuando Pujols comenzó flojo y luego se lesionó, muchos daban por perdidos a los Cardenales. Mucho menos se esperaba que lo hicieran cuando estuvieron a 10 juegos y medio de la plaza de wild card para la postemporada en la Liga Nacional, cuando la hoja del calendario marcaba 25 de agosto.
Pero un derrumbe tremendo de los Bravos de Atlanta, combinado con una gran reacción, durante septiembre, permitieron que los Cardenales se colaran a los playoffs en el último día de la campaña regular. Y fue así que la franquicia de la región central de Estados Unidos, una zona donde el béisbol ejerce un profundo arraigo en ese país, fue tumbando a los favoritos Filadelfia y Milwaukee hasta atrapar su undécimo campeonato, la segunda máxima cantidad tras los 27 de los Yankees de Nueva York.
En la Liga Americana también se produjo otro colapso monumental, cuando los Medias Rojas de Boston cerraron la campaña con foja de 7-20 y dilapidaron una ventaja de nueve juegos, con la que los Rays de Tampa Bay se clasificaron con el wild card.
Boston, el equipo con la tercera nómina más cara (161 millones de dólares), se hundió ante el adversario con la penúltima (casi 42 millones), y al que antes de la campaña le quitó en agencia libre al jardinero Carl Crawford.
La debacle de los Medias Rojas provocó todo un terremoto: su manager Terry Francona renunció y el gerente Theo Epstein se dejó seducir por el desafío de conseguir un campeonato para los Cachorros de Chicago, un club que lleva más de un siglo de fiascos y frustraciones.
El epílogo de la temporada ofreció dos noticias que sacudieron el mundo del béisbol: Pujols fichó con los Angelinos de Aneheim por 10 años y 254 millones de dólares, el segundo mayor contrato en la historia de Grandes Ligas; y el jugador más valioso de la Liga Nacional, Ryan Braun, arrojó positivo en un control antidopaje. Braun, astro de los Cerveceros, podría enfrentar una suspensión de 50 partidos si pierde la apelación del resultado. Otros sí se portaron ejemplarmente.
—Cuestionado de que estaba acabado, Jeter se sacudió a mitad de año y logró situarse como el 28mo pelotero que alcanza los 3.000 hits. ¿Cómo lo hizo? Con un jonrón en el Yankee Stadium.
El guión perfecto. —Rivera, una estrella que nunca ha tenido un desplante y un modelo de modestia impasible, estableció el récord histórico de rescates cuando el derecho de Puerto Caimito, Panamá, acumuló el 602 en el último mes.
—Con menos fanfarria, Thome se convirtió en el octavo jugador en la historia con 600 jonrones en su carrera, lográndolo con el uniforme de Minnesota. A sus 40 años, pasó a ser el jugador más longevo en lograr la cifra. Y el béisbol de Grandes Ligas sigue viviendo una era de paz laboral, con asistencia masiva a los estadios y buen drama.
Tradicionalmente resistente a los cambios, las mayores se alista para expandir los playoffs a partir de 2013 y nivelar la composición de sus dos circuitos, con 15 equipos cada uno, con el pase de los Astros de Houston a la Liga Americana.
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