Escrito por: Joseph Caceres
08:37 AM - 22 Julio, SANTO DOMINGO, RD *-. Es una actitud y un comportamiento recurrente el que se manifiesta en nuestra sociedad, buscando siempre un culpable en situaciones que deberían ser asumidas con una responsabilidad compartida.
Se quiere achacar la culpa de la violencia de género y el auge de feminicidios a la llamada música urbana, y a los exponentes del "hip-hop" y el "dembow" criollo, por el hecho de que en sus letras articulan un lenguaje violento en contra de la mujer, y dicen otras boberías que forman parte de los códigos y la jerga de la muchachada irreverente de estos tiempos.
Muchachos que vienen del seno de los hogares de muchos de los que se escandalizan con su comportamiento ligero y el rompimiento con normas y conductas sociales que no les fueron inculcadas del todo bien en el seno paterno.
Pienso que es exagerado el buscar el orígen del problema en las letras de algunos de esos adefesios que la juventud consume como música y arte.
Si así lo admitiéramos, habría que ver qué hacer con toda la lírica barata que los padres de estos muchachos consumienron en el pasado, en merengues como "La Soga", "Dale un Palo", "Mátala", y otros temas que fomentaban la violencia de género, como la de aquellos mariachis y rancheras machistas que se escuchaban en los programas mañaneros como México y sus Canciones y otros en la radio de los años sesenta.
Hasta mangulinas habían donde se expresaba el machismo del campesino y su agresión contra la mujer criolla, sin que nadie dijera nada.
Eran merengues para bailar tanto en las enramadas con piso de tierra, como en los grandes salones de los clubes sociales, con orquestas como la Santa Cecilia y la de Rafael Solano, donde no faltaban algunos de doble sentido como La Gotera de Juana, El Pichoncito que se Murió Parao, y El Disco Rayao.
Y como vivimos en una sociedad hipócrita, los males que antes existían en el pasado, son cosas solo de esta juventud "descarriada" del presente. ¡Así sí es bueno!
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