"Solo lo mencionamos una vez al año "
Hoy conmemoramos el Bicentenario del Natalicio del Prócer Matías Ramón Mella.
08:55 AM - 25 Feb, SAMANÁ, RD *-. De las tres grandes
figuras próceres del siglo 19, fundadores de la República, Matías Ramón MellaCastillo representa la expresión militante y decidida y el más adaptado a las
actividades políticas de una sociedad precapitalista.
Matías Ramón (que, por error, anteriormente
se le llama Ramón Matías) nació el 25 de febrero de 1816 en la ciudad de Santo
Domingo, hijo de Antonio Mella y Álvarez y Francisca Castillo Álvarez. En Santo
Domingo creció y vivió, adquiriendo para su adolescencia y primera juventud fama
de hombre de valor. Se le reputaba como muy diestro en el uso de la espada y el
sable.
Como de otras figuras
de la historia dominicana, poco sabemos de la vida de Mella en sus primeros
tiempos. En 1835, a los diecinueve años, es nombrado “Preposé”, o encargado de
la común de San Cristóbal. Al parecer allí se dedicó también al negocio del corte
de madera, actividad de la que se ocupaba Antonio Duvergé lo que supone que se
conocieron desde entonces.
Contrajo matrimonio a
los veinte años con la joven María Josefa Brea, perteneciente a una familia
burguesa importante, aunque ninguno de los dos aportó grandes bienes al
matrimonio, según hace constar en el testamento fechado 5 de mayo de 1859. Fue
ya casado, cuando al parecer adquirió sus bienes y propiedades, parte de ellos
por vía hereditaria tras el fallecimiento de su padre en febrero de 1837.
No se sabe tampoco
cuando conoció a Juan Pablo Duarte pero, fundada la sociedad secreta “La
Trinitaria”, se adhirió a ella en calidad de “comunicado”, junto a Francisco
del Rosario Sánchez y Félix María Del Monte. Duarte vio en Mella un discípulo
de condiciones excepcionales y lo designó para substituir a Juan Nepomuceno
Ravelo cuando éste fracasó en las gestiones que le encomendara, de llegar a un
acuerdo con los dirigentes haitianos cuando se organizara el movimiento de la
Reforma (paso previo para alcanzar la independencia).
Todavía en 1842
residía o visitaba con frecuencia a San Cristóbal ligado al negocio del corte
de madera. En enero de 1843 fue comisionado por Duarte para trasladarse a la
villa haitiana de Los Cayos de San Luis, al sur de la isla, para hacer
contactos con los revolucionarios reformistas adversarios del presidente Boyer.
La táctica correcta de Duarte de aliarse con los enemigos de Boyer, encontró en
Mella un agente capaz de sumar a los militares y civiles que encabezados por
Charles Herard, querían el derrocamiento del presidente de la república que
tenía más de veinticinco años gobernando, y cuyo mandato se había convertido en
una represiva dictadura, situación que facilitaba los planes de Duarte frente
al régimen.
A su regreso de Los
Cayos, luego del derrocamiento de Boyer, Mella se trasladó al Cibao Central
como agente propagador del ideal republicano. Cuando Charles Herard, como
Presidente de la República, visitó la parte oriental, a su paso por esa región
ordenó la prisión de Mella, Rafael Servando Rodríguez y el sacerdote Juan
Puigbert, acusándolos de querer destruir el ejército y los remitió a Puerto
Príncipe donde permanecieron dos meses detenidos, regresando en septiembre a la
parte oriental.
Los sucesos se
precipitaron y, en ausencia de Duarte, junto a Sánchez, activaron los
preparativos revolucionarios. En enero de 1844 ayudó a Sánchez, jefe del
Movimiento, a redactar el Acta de Independencia y, a sugerencia suya, se le
llevó a Tomás Bobadilla para su revisión.
En la noche del 27 de
febrero de 1844 es de los primeros conjurados en llegar a la Puerta de la
Misericordia. Exhorta a unos pocos temerosos a no abandonar el lugar y, audaz e
impulsivo, Mella dispara su famoso trabucazo en la Puerta de la Misericordia,
partiendo desde allí los conjurados hacia la Puerta del Conde, donde es
proclamada la República e izada la Bandera Dominicana.
Proclamada la
República, forma parte de su primera Junta Central Gubernativa, presidida
primero por Sánchez y luego por Tomás Bobadilla, convertido en la figura
determinante de la misma. Para los primeros días de marzo parte para el Cibao
como Gobernador del Distrito de Santiago y Delegado de la Junta Central
Gubernativa, pero en realidad es el jefe político y militar de la región más
importante del país. Ostenta el rango de Coronel del naciente Ejército
Nacional, que será el Ejército Libertador. Hace venir a José María Imbert, de
Moca, y lo nombra su segundo en el mando militar.
A mediados de marzo
llega a territorio dominicano el señor Teodoro S. Heneken, procedente de Cabo
Haitiano, y advierte a las autoridades las intenciones de invasión por parte de
Haití. Solamente Mella es receptivo a los informes del viajero. Deja
instrucciones a Imbert de lo que debe hacer y recorre la región reclutando hombres
y tomando posiciones que revelan su gran capacidad militar organizativa. Cuando
comienza la batalla de Santiago, Mella no se encuentra en el lugar del combate,
aunque parte importante de los méritos son suyos porque dispuso las primeras
instrucciones y escogió a Imbert como lugarteniente..
Los acontecimientos
tomaron un giro diferente después de la victoria de Azua el 19 de marzo. Duarte
se presentó en el Cibao y Mella, entusiasmado e impulsivo, lo proclamó
Presidente de la República. Esa acción rompió el equilibrio de las fuerzas que
dirigían la joven república y terminó imponiéndose el sector social más
atrasado, encabezado por Pedro Santana y Tomás Bobadilla. Los auténticos héroes
nacionales son declarados traidores a la patria y expulsados de por vida del
territorio nacional. Volvió, junto con Sánchez, al país en 1848 amparado por la
amnistía decretada por el Presidente Manuel Jiménez.
Cuando Faustino
Soulouque invade el país, Mella se incorporó al Ejército, destacándose en la
famosa Batalla de Las Carreras y termina siendo secretario de Pedro Santana.
Luego de la renuncia del Presidente Jiménez, electo Báez Presidente de la
República, en septiembre de 1849, es nombrado Secretario de Estado de Hacienda
y Comercio. Separados y enemigos Santana y Báez, Mella seguirá al lado del
primero. Siempre lo prefirió al segundo, hasta que la causa de la anexión a
España los enemistó para siempre.
Entre 1849 y 1861, en
enero, cuando rechaza frente a Santana el proyecto de anexión, ocupará Mella
importantes cargos civiles y militares. Comandante de Armas, Ministro de la
Guerra, Gobernador, Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario en
Misión Especial frente al Gobierno español, para gestionar el reconocimiento de
la República o del Protectorado. En julio de 1856 se le encomendó preparar un
proyecto de ley para organizar el Ejército. Ya se le tenía y respetaba como un
entendido en asuntos militares.
Y lo demuestra cuando
se inicia la Guerra Restauradora. Incorporado al Movimiento, en agosto de 1863,
se le confiaron importantes misiones. Viajó al sur atravesando la Cordillera
Central por Constanza, con el encargo de organizar las tropas restauradoras
dirigidas por Pedro Florentino. Es designado Ministro de la Guerra y elabora el
Manual de Guerra de Guerrillas que dirige por medio de una circular de fecha 26
de enero de 1864 y que recoge toda la experiencia del pueblo dominicano en esta
forma singular de lucha.
El general Mella,
mientras rendía sus útiles servicios a la causa, fue atacado de disentería y
exhaló el último aliento en extrema pobreza el 4 de junio de 1864. Vivía
entonces en una mala casita, de las improvisadas después del incendio, sita al
pie del fuerte San Luis, en Santiago de los Caballeros. Murió con la singular
distinción de ser dos veces prócer de la República. Pidió que lo enterraran
envuelto en la Bandera Nacional y, así se hizo.
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