"1844 Sto.Dgo. se estremeció cuando estalló el trabucazo"
Aprobación
y rechazo sobre dominación haitiana y sus resultados inmediatos.
09:10 AM – 27 Feb, SANTO DOMINGO, RD *-. La memorable noche
del 27 de febrero de 1844 la población de la amurallada ciudad de Santo Domingo
se estremeció cuando estalló el trabucazo disparado por el prócer Matías Ramón
Mella ante las personas congregadas para presenciar el acontecimiento que le
trazó otro rumbo a la historia de la isla.
Culminaban con ese acto heroico varios años
de trabajo arriesgado y silencioso, emprendido por una joven generación,
encabezada por Juan Pablo Duarte y Díez, quien organizó la eficaz resistencia
contra la dominación haitiana con la fundación de La Trinitaria y de otras
sociedades, las cuales le permitieron encauzar el descontento provocado por el
dominio haitiano de 22 años.
Aunque el inspirador de la liberación de la
parte este de la isla, no estuvo presente, porque había tenido que exiliarse,
en el acto tuvo un papel notable Francisco del Rosario Sánchez. Allí mismo,
después de que pronunció la expresión “Dios, patria y libertad”, los presentes
exclamaron ¡Viva Juan Pablo Duarte!, recordando al ideólogo de la separación.
Orlando Inoa, en su Biografía de Juan Pablo
Duarte, afirma que Cayetano Abad Rodríguez, quien estuvo en la Puerta del Conde
afirmó en el periódico La Opinión Nacional, del 15 de septiembre de 1898, que
el nombre de Juan Pablo Duarte figuraba como el jefe principal.
Aquella noche los comprometidos con la
causa se reunieron primero en la Puerta de la Misericordia en torno a Mella. En
momentos en que parecía que el plan podría fracasar, el prócer disparó su
trabuco y exclamó: “¡La suerte está echada! No podemos retroceder”. La valiente
actitud motivó a sus seguidores, quienes de inmediato ocuparon la Puerta del
Conde junto con otros grupos dirigidos por Sánchez, Tomás Bobadilla, Manuel Jiménez,
Remigio del Castillo, José Joaquín Puello y Eduardo Abreu.
De pie, en lo alto del baluarte, Sánchez
proclamó la independencia gritando: “¡Separación, Dios, patria y libertad,
República Dominicana!” De inmediato, enhestó la nueva bandera y ordenó el toque
de una diana.
Pero el peligro acechaba y cuando los
sublevados preparaban el asalto a la Fortaleza Ozama una patrulla haitiana se
aproximó a la Puerta del Conde y fue expulsada a tiros. La tensión era
progresiva. En el fuerte dispararon tres cañonazos en señal de alarma. Los
patriotas contestaron desafiantes, con otras tres descargas. A la misma hora
Juan Alejandro Acosta y su grupo tomaban posesión de la comandancia.
En esa noche intensa, bullente de
emociones, de dudas y alegrías, la población se mantuvo a la expectativa.
La heroína María Trinidad Sánchez se
movilizó, transportando pólvora entre sus faldas y estuvo presente en la
proclamación de la Independencia.
Resultados inmediatos
“Al amanecer del 28 el pueblo en masa
acudía al baluarte a apoyar la proclamación de la República mientras el
comandante haitiano Desgrotte enviaba cerca de los alzados una comisión de
oficiales para tomar conocimiento directo y preciso de la finalidad del
alzamiento. La contestación de los patriotas, enviada por escrito a media
mañana, decía que el pueblo dominicano había tomado la firme decisión de ser
libre e independiente, sin que ninguna amenaza sea capaz de retractar su
voluntad”, cuenta Pedro Troncoso Sánchez en Episodios duartianos.
En la tarde se acordó la capitulación de
los haitianos, con la mediación del cónsul de Francia en Santo Domingo,
Eustache Juchereau de Saint-Denys. Entonces, la plaza fue entregada a los
dominicanos sin resistencia al día siguiente, 29 de febrero, por el general
Etienne Desgrotte, comandante de Santo Domingo. Con esa capitulación terminaban
22 años de dominación haitiana.
Poder en manos dominicanas
Según relata Troncoso Sánchez, en la Puerta
del Conde se formó la primera Junta Central Gubernativa, compuesta por
Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Mella, José Joaquín Puello, Remigio del
Castillo, Wenceslao de la Concha, Mariano Echavarría y Pedro de Castro y
Castro.
En los siguientes días, expresa Frank Moya
Pons en su Manual de historia dominicana, todos los pueblos del país se fueron
pronunciando en favor de la Independencia. “Así nació la República Dominicana,
gracias a la dedicación y a la actividad de los trinitarios, quienes a última
hora tuvieron que aliarse con el antiguo partido boyerista de Santo Domingo,
cuyos líderes principales se encontraban en desgracia, entre ellos Tomás
Bobadilla y José Joaquín Puello, quienes poseían un enorme prestigio entre la
clase alta de la capital, el primero, y entre las masas de color, el segundo”,
agrega el historiador.
Cuando se formó la Junta Central
Gubernativa, que sustituyó el Comité Insurreccional, el experimentado y hábil
Bobadilla fue elegido presidente en lugar de Sánchez, de 27 años entonces, con
lo que fracasó el plan de los trinitarios de mantener el control del gobierno.
Paradójicamente, Bobadilla iniciaba como
gobernante una nueva etapa de la historia del país, a pesar de que contribuyó a
sostener la dominación haitiana, como funcionario del régimen de Boyer.
Aprobación y rechazo sobre dominación
haitiana
La dominación haitiana obtuvo en un
principio la aprobación de parte del pueblo llano, en especial de negros y
mulatos, afectados por la esclavitud, cuya abolición fue decretada por Boyer.
Sin embargo, encontró oposición en los terratenientes y en la iglesia católica,
lesionados porque fueron desposeídos de tierras y otras propiedades. El
gobierno actuó con rapidez para evitar que se produjera una sublevación en
Samaná, donde en enero de 1822 se hacían planes para enfrentar la invasión
haitiana con el apoyo de una escuadra francesa que llegaría desde Martinica y
de algunas tropas españolas procedentes de Puerto Rico. En junio de 1822, gente
de Montecristi pidió al gobernador de Cuba “auxilios para separarse de los
negros y mulatos” que los gobernaban, según comprobó el historiador José L.
Franco.
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